Arbaminch, puerta de entrada al Valle del Omo

Hay un lugar en el mundo donde los grupos tribales viven aún como antaño. Este es el Valle del Omo, en el sur de Etiopía, en la frontera con Sudán y Kenia. La ciudad de Arbaminch, a unos 500 kms de Addis Ababa (la capital de Etiopía), es la puerta de entrada al Valle del Omo.

Los dos primeros días de viaje desde la capital  hacia el sur nos llevaron a recorrer esta zona, siendo el Omo el destino final de esta primera etapa.

Introducción

Omo es un río de Etiopía de 760 km de largo, que desemboca formando un amplio delta fluvial en el lago Turkana, casi en la frontera con Kenia. Tiene su nacimiento al suroeste de Addis Abeba y discurre por un curso tortuoso a través de la meseta etíope.

En el mapa, el río Omo hay que localizarlo al sur de Arba Minch y del Lago Chamo, casi en la frontera del Lago Turkana en Kenia, lugar  hacia donde nos trasladamos en coche y donde pasamos varios días tras nuestra llegada a Addis Ababa en avión con Ethiopian Airlines.

Arbaminch, puerta de entrada al Valle del Omo

De camino al sur del país, fuimos parando en varios lugares hasta encontramos con el Lago Chamo, junto a Arba Minch que visitamos unos días más tarde en barca para observar los grandes cocodrilos, hipopótamos y numerosas aves.

Aquí es recomendable pasar una noche. Nosotros lo hicimos en el hotel Paradise Lodge, en Arbaminch. 

El destino final sería el valle del Omo, donde conocer las tribus más increíbles del país.

Aprovecho este mapa para mostraros las zonas del país que no se deben visitar aunque estas prohibiciones son bastante laxas y dependen del viajero. Por ejemplo el desierto del Danakil, al norte, está entre los  lugares a evitar pero nosotros lo hemos visto y sinceramente es uno de los lugares más impresionantes del país que merece muchísimo la pena visitar. Cierto es que el país lleva varios meses en Estado de Emergencia y que las prohibiciones siguen siendo numerosas, aunque tras la elección de un nuevo Primer Ministro en Etiopía a finales de Marzo 2018, esperemos que el país consiga un poco más de la estabilidad y  tranquilidad que merecen.

Itinerario Addis Ababa- Arbaminch- Valle del Omo

Alcanzar la orilla del Valle del Omo no es tarea fácil, y dependerá del estado de las carreteras y pistas que conducen hasta él. Necesitamos como media de dos a tres días de viaje en todo terreno desde Addis Abeba hasta Jinka o Turmi.

Arbaminch, puerta de entrada al Valle del Omo

Foto tomada dese el coche en ruta desde Addis Ababa a Arbaminch. Foto de Barbiegirl Travels Arts

El primer trayecto que se hace es de Addis Abeba hasta Arba Minch, y suele ser un día de conducción entera Alrededor de los 8  horas para los casi 500 kilómetros que los separan.

Otra alternativa para llegar al Omo River Valley, que si bien es la más rápida, pierde mucho del encanto de avanzar por la meseta etíope, es aterrizar en avión comercial en Arba Minch. Había otro aeropuerto más cercano al Valle del Rio Omo, en el propio centro de Jinka, pero ahora está cerrado. Si se desea, también se puede contratar una avioneta privada y aterrizar en alguna de las pistas que hay en las proximidades del rio Omo, para luego continuar el viaje en todo terreno.

En ruta se van haciendo paradas bien para estirar las piernas y tomar algún tentempié, como los deliciosos batidos de papaya natural o bien para comer algo en un poblado pidiendo un plato de injera de verduras (Plato nacional etíope) o tomar un café al estilo etíope. Más adelante os cuento en qué consiste la injera y cómo se prepara el café.

Foto tomada dese el coche en ruta desde Addis Ababa a Arbaminch. hubo un accidente. Foto de Barbiegirl Travels Arts

El trayecto en carretera desde la capital hacia el valle del Omo siempre da para sacar alguna foto a los bellos paisajes y gentes que encontraremos a nuestro paso, como estas fotos que sacamos desde el restaurante del hotel Paradise Lodge, en Arbaminch, donde nos quedamos una noche y disfrutamos de las maravillosas vistas del lugar. Podéis leer las críticas del hotel por sus usuarios de Trip Advisor aquí.

En las siguientes fotos podéis ver el paisaje tan espectacular de Arbaminch, haciendo frontera natural con el lago Chamo y lago Abaya, tomadas desde el Hotel Paradise Lodge.

Los días siguientes de camino al Valle de Omo son más dinámicos, pues se hacen multitud de paradas, como en el lago Chamo para ver el tipo de fauna que habita este lugar, en poblados indígenas como la de los Dorzé, o en coloridos mercados hasta llegar a las propias orillas del río Omo.

De camino desde Addis Ababa hacia Arba Minch. Primer día en Etiopía y muchas horas de coche

Cuando viajas por carretera en estos países, una de las fotos más bonitas son las que haces del paisaje y de los niños que corren tras la furgoneta. Tenemos mil de la zona de Arbaminch: lo más gracioso ver a los más pequeños poniéndose delante del coche y hacer un curioso baile que era lo más parecido al «perreo» del reggeaton.

Arbaminch, puerta de entrada al Valle del Omo

Paisaje de Arbaminch, en el camino hacia el Valle del Omo

Niños en el camino

Aquí os dejo un vídeo que grabé del baile en cuestión.

Arbaminch & Lago Chamo

En Etiopía no todas son zonas áridas, a lo largo del gran valle del Rift, el viajero puede encontrar varios lagos que son ideales para una parada, descansar y observar su fauna.

El lago Chamo, uno de los lugares del país donde hay más gran diversidad de fauna. Por la noche, cientos de hipopótamos emergen del agua para amasar sus orillas cubiertas de pasto. Es también el refugio de miles de cocodrilos del Nilo, !que pueden medir más de siete metros!

Alquilamos un bote con motor para dar una vuelta alrededor del lago. Allí donde nos dieron la vista, pudimos ver todo tipo de animales: hipopótamos, pelícanos, ibis, cigüeñas, cormorans y los famosos cocodrilos en África! Curiosamente, mientras que nosotros, que pensamos que este último era el animal más peligroso, resulta que no, éste es el hipopótamo: por lo que se ve, es un animal mucho más agresivo  que el cocodrilo y los ataques con más violencia cuando se les amenaza.

La traca final la tuvimos cuando fuimos a  ver «el mercado de cocodrilos». El chico que conducía el barco insistía en ir allí, aunque nos resistíamos: lo primero que vino a la mente es que nos llevarían a un mercado con puestos de objetos de todo tipo hechos de la piel de este animal. Suerte que nos explicó mejor y nos convenció. Este mercado no es tradicional, yo simplemente les digo también porque es el punto del lago donde se puede encontrar más concentración de estos reptiles. !Había un montón!

Arbaminch, puerta de entrada al Valle del Omo

Etnia Dorzé

Cerca de Arba Minch  a menos d 40 kms se visita Chencha, el pueblo de la tribu dorzé, con un estilo de vida y tradiciones únicas en comparación con los otros habitantes de la región. Viven en las montañas más exactamente en el monte Gughe. Para llegar hay un camino sinuoso que domina el Lago Abaya. El paisaje del lago es de una belleza excepcional.

Mujer tribu Dorzé

Los Dorzé vive a 2.900 metros sobre el nivel del mar, cerca de la localidad de Chencha. Una vez fueron guerreros, aunque hoy en día son agricultores, ganaderos y artesanos del tejido, gracias a los campos de algodón que crecen en sus tierras. Se nota que viven cerca de la ciudad y que están acostumbrados a tratar con los turistas, a diferencia de otras tribus que hemos visto hasta ahora aquí se visten completamente y ya hemos empezado a ver los elementos tecnológicos como algunos de televisión y teléfono móvil.

Los Dorzés construyen sus propias casas que pueden ser de más de 12 m de altura y tienen forma de ojiva, y simulan la cabeza de un elefante. Estas casas están construidas con materiales naturales: bambú para enmarcar y hojas de ensète para el tejado. Son muy resistentes al tiempo pero si se deterioran, en particular por las termitas u otros, insectos cortan la parte inferior de la estructura de la casa de forma que la casa va bajando de altura.

Los Dorzés también son conocidos por la calidad de sus tejidos de algodón llamados «Chammas» que se venden en el resto de Etiopía.

Sólo nos dan la bienvenida a un par de chicos que nos hará de guías, mostrando su forma de vida en una representación perfecta de las artes y artesanías tradicionales. Visita interesante y divertido pero un pequeño parque temático, en el que participa y se beneficia en todo el pueblo.

Casas con forma de elefante de la etnia Dorzé

Injera, plato típico etíope

La injera se parece a esas toallas mojadas enrolladas que te dan en los spa.  La injera es una especie de panqueque gigante que se hace a base de tef, un cereal endémico de Etiopía. Cuando lo sirven, viene por partida doble: el panqueque “sostén”, que es el que está abajo y hace de plato sobre el que se pone la comida, y el panqueque extra, que es para que comas más y más hasta que te acostumbres y ese sí se parece a una toalla.

Arbaminch, puerta de entrada al Valle del Omo

Injera y recipiente donde se sirve

La injera es bastante esponjoso y aireado, y sería mil veces genial si fuese de trigo o de otro cereal. Pero no, la injera es agria agria y es a los etíopes lo que el mate a los argentinos o la arepa a los venezolanos: no se pueden imaginar la vida sin una injera sobre la mesa. Es tan fundamental que reemplaza platos y cubiertos: te invitan a comer, te sirven la injera sobre la bandeja, te lo llevas a la boca. No hace falta mucha habilidad para  envolver la comida con injera pero comer sin mancharse los dedos es otra historia.

Sea como sea, no hay manera de ir a Etiopía y no probar la injera. Dicen los que saben, que es un sabor al que uno se acostumbra. No sé si lo dicen de fanfarrones o de resignados. Y dicen los etíopes que aman su injera, que el presidente Barak Obama (esto no es leyenda, me lo dijeron de verdad) llegó a ser presidente porque come injera una vez al mes.  Sí es cierto que el tef tiene 20% más de nutrientes que el trigo, y que es el único cereal que no necesita levadura para leudar, así que algo de súper cereal tiene. De ahí a súper poder, es otra cosa.

El ritual del Café en Etiopía

En este poblado y en el camino hacia cualquier ciudad de toda Etiopía es fácil encontrar mujeres moliendo el café, y preparándolo en pequeñas tacitas para beberlo junto a un fuerte incienso (que creo que es palo santo)  que siempre encienden al mismo tiempo. Suele ser una mujer quien lo prepara.

El café es sustento, historia y leyenda en Etiopía. Pero también es la expresión de la hospitalidad y el elemento en torno al que se estrechan los lazos sociales y familiares. La ceremonia del café, lenta y determinada por reglas centenarias, es la ocasión para la charla y el modo de agasajar al visitante. Estos son los seis pasos del ritual, según nosotros lo hemos conocido en Addis Abeba.

Mujer etíope dispuesta a preparar el café en un restaurante

El lavado. En primer lugar, se lava en una tina el grano sin tostar. Se frota enérgicamente con las manos y se renueva el agua al menos un par de veces. Es el momento de eliminar algún grano malo e impurezas.

El tostado. Mientras se va lavando el café, en un infiernillo metálico en forma de pequeña tolva se va haciendo la brasa. Sobre ella se coloca un platillo casi plano sobre el que, con calma y removiéndolo una y otra vez, el café se va dorando.

Los aromas. En Etiopía el café no es sólo un placer para el sentido del gusto. Los aromas son importantes. Una vez tostado el grano, la anfitriona pasa el platillo humeante ante los invitados para que puedan disfrutar del aroma del café. Además, durante la ceremonia y utilizando brasas de la cocinilla, se queman maderas olorosas, especialmente incienso y sándalo. Sirven para hacer más envolvente el ambiente, pero el origen de esta costumbre está en la capacidad de estos humos para espantar el mosquito de la malaria.

Tomando café en una parada del recorrido

La molienda. Una vez bien tostado, el café se muele a mano. En un pequeño recipiente, como un mortero alto y estrecho, se coloca el grano. Con la precisión que sólo puede dar la experiencia, se golpea con una vara larga y pesada (puede ser una barra metálica) hasta que se consigue un polvo fino.

La infusión. Con el grano tostado y molido, se coloca en una jarra de cuello estrecho y base ancha a la que se añade agua. Se coloca sobre el mismo fogón en el que se tostó el café hasta que hierve.La forma del recipiente y la pericia de quien lo sirve impide que los posos se mezclen con la infusión. El material con el que está hecha la cafetera también influye en el sabor final del café.

El servicio. Servir el café también tiene su ritual. Hay que hacerlo con cuidado para que no suelte posos. Se sirve desde una altura de diez o quince centímetros, bien caliente y normalmente en tazas sin asa. El café se acompaña con palomitas de maíz, una vieja tradición que no debe confundirse con los hábitos introducidos por el cine y la televisión. En otros casos se sirve kolo, que es una mezcla de semillas de cereales tostadas.

En algunos restaurantes de Addid Ababa nos han ofrecido café después de comer con palomitas

En la siguiente entrada os contaré acerca de nuestra llegada al valle del Omo y de los grupos tribales que allí vimos, y en concreto acerca de los  Mursi, Hamer  o Hamar (en el mapa),  Banna y Dassanech, a los que conocimos excepto los primeros.

Sin duda fue una de las experiencias más bonitas de nuestro viaje aunque también bastante impactante.

Desde aquí podréis acceder a todas las entradas del viaje a Etiopía.

En breve os sigo contando.

 

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