A medida que voy contando mis aventuras en el país nipón, aprovecho para hablaros de otro cuadro que pinté hace ya unos meses y está inspirado en el famoso cuadro de La Gran Ola o El Tsunami de Kanawaga, que recrea el momento en que una ola gigante rompe junto al monte Fuji.
Es una famosa estampa japonesa del pintor especialista en ukiyo-e, Katsushika Hokusai, publicada entre 1830 y 1833, durante el período Edo de la historia de Japón. El periódo Edo se extiende desde el 24 de marzo de 1603 hasta el 3 de mayo de 1868.
Esta estampa es la obra más conocida de Hokusai y la primera de su famosa serie Fugaku sanjūrokkei «Treinta y seis vistas del monte Fuji», además de ser la estampa más famosa de su género, así como una de las imágenes más conocidas en el mundo. Del molde utilizado se realizaron varias miles de copias, muchas de las cuales llegaron a manos de coleccionistas europeos.
El protagonista real es el Monte Fuji, a las afueras de Tokio. Los días en que la polución de Tokio deja respirar a sus habitantes, el monte Fuji se dibuja claro en la lejanía, a 100 kilómetros de la capital. Para muchos no es más que una elevación de 3.776 metros de altura, situada entre las prefecturas de Shizouka y Yamanashi y rodeada de lagos. El volcán -cuya última erupción se produjo en 1707- con un cráter de 200 metros de profundidad y 800 de diámetro es otro paisaje de postal de la isla, exótico si se quiere. Una atracción para turistas. Pero para los japoneses es mucho más que un accidente de la geografía: es un lugar de peregrinaje, un sitio sagrado.
Este otro grabado, Fuji Rojo, conocido también como «Viento del sur, cielo claro» es una estampa japonesa del mismo pintor y forma parte de la serie Treinta y seis vistas del monte Fuji.
A principios de otoño el viento procede del sur y el cielo está despejado, por lo que el sol naciente puede volver rojo al Monte Fuji. Hokusai capta este momento con abstracción compositiva pero especificidad meteorológica, especialmente en comparación con el resto de la serie de la que forma parte esta obra. Los tres tonos de azul profundo del cielo reflejan los tres tonos de la montaña.
Estas dos piezas son quizás unas de las obras más conocidas del arte japonés. Fijáos hasta dónde llega la popularidad de estas dos obras de artes que las podéis ver en el JR Pass, y en otros muchos accesorios, como gemelos, fundas de smartphone y ropa.
El monte Fuji es una montaña sagrada desde el siglo VII. Numerosos nombres japoneses lo denominan con un carácter religioso. Según el sintoísmo, un emperador ordenó destruir la parte superior de la montaña para conseguir un exilio de la inmortalidad que poseía: el humo que a veces se escapa es debido a esta poción que se consume. El budismo lo venera por su forma que recuerda el botón blanco y los ocho pétalos de la flor de loto. Por todas estas razones, el monte Fuji estuvo prohibido a las mujeres hasta 1872.
Para venerar las numerosas divinidades de las diferentes religiones, se han construido sobre o a los pies del monte Fuji varios santuarios y numerosos torii, marcando el recorrido para señalar los límites del recinto sagrado. El 22 de junio de 2013 la UNESCO le concedió el estatus de Patrimonio de la Humanidad.
El Bosque Aokigahara es un bosque de 35 km2 ubicado al noroeste de la base del Monte Fuji. El bosque tiene una asociación histórica con demonios de la mitología japonesa, habiendo poemas de 1000 años indicando que el bosque está maldito. El turismo ha sido limitado únicamente a zonas vigiladas, y aunque no está prohibido adentrarse al bosque, se colocan numerosas señales de advertencia en varios idiomas para ayudar a las personas que piensan en suicidarse, a buscar ayuda de familiares antes de dejarlo todo. En el 2002, 78 cadáveres fueron encontrados dentro de este bosque, venciendo el record anterior de 73 en 1998.
Parte de la atracción es el morir a los pies del sagrado Monte Fuji.
Las leyendas rodean este lugar; por ejemplo, se dice que hay inmensos depósitos de hierro en lo profundo de la montaña que causan que las brújulas se enloquezcan, atrapando a la misma vez a los inocentes como a los suicidas.
Los espiritualistas dicen que hasta los árboles están llenos de energía maligna, acumulada por siglos de suicidios, ellos no quieren que usted vuelva a salir.
Bueno pues aquí podéis ver el resultado de mi cuadro de La Gran Ola.
Espero que os haya gustado esta entrada. Hasta pronto 🙂
2 comentarios
Magnífico post! Super interesante. Enhorabuena!
Ay amiga nieves muchas gracias 🙂