!Buenas Viajeros!
Pashupatinah, el Benarés de Katmandú, ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad. Su visita es más que recomendable, encontrándonos aquí con un pequeño pedacito de la India; vamos a conocer el «Benarés de Katmandú».
El templo hindú dedicado a Shiva
En este templo se realizan cremaciones de cuerpos, cuyos restos se arrojan después al río, al igual que ocurre en ciudades como Benarés, India. El complejo es más grande de lo que parece, pues una vez visitado el templo principal, podemos seguir por el camino que sube la colina y llegar a otros templos mucho más pequeños.
Reconstruido varias veces, una de las principales tareas de rehabilitación se debe al rajá Pratapa Malla, que en el siglo XVII presumía de un harén de más de 3.000 concubinas. No contento con semejante cohorte de mujeres, el rijoso soberano violó un día a una niña, que murió por la brutalidad sexual del rajá. Consternado, se retiró a Pashupatinath para purgar su pecado y donó ingentes cantidades de dinero y tierras para embellecer los templos y ampliar la superficie del recinto.
Aquí, a orillas del río Bagmati, se incineran en pequeñas hogueras los cuerpos de los difuntos, que convertidos en cenizas se arrojan al cauce de este afluente del Ganges. En una sociedad tan marcada por las castas, a la hora de la muerte también hay clases. Los miembros de las clases más pudientes se incineran a los pies del templo principal, mientras que los más pobres tienen que celebrar el ritual funerario al otro lado del puente sobre el río sagrado, el lugar preferido de los turistas para intentar fotografiar una ceremonia tan impactante.
A continuación, la leyenda de la creación del templo. Shiva tenía problemas con su mujer Parvati. La religión hindú no acepta el divorcio, de hecho sus bodas son para siete vidas. En las siguientes seis reencarnaciones se volverán a casar las mismas parejas. Entonces Shiva se fue a meditar a un bosque en la orilla opuesta a la que está el templo y tomó la forma de un ciervo. En la actualidad hay una bosque cerrado lleno de monos y ciervos. Parvati desolada lo buscó por muchos lugares hasta que llegó al bosque y al ver a un ciervo distinto a los demás, más grande y con una cornamenta mayor, lo tocó. Recuperó la forma de Shiva y se convirtió en una fuente de leche. Para conmemorar esta leyenda se construyó el templo.
Es cierto que hay bastante dedicados a Shiva, Vishnu pero muy pocos a Brahma. Shiva tiene más de 64 reencarnaciones y que, a pesar de que es considerado el dios de la destrucción, cada una de esas encarnaciones hace referencia a otras cosas, pudiendo ser el dios creador, protector, del deseo, del sexo,… prácticamente de todo. Vishnu cuenta sólo con unas 10 encarnaciones lo que hace que tenga menos cosas bajo su control. Y Brahma es el dios principal. En la lucha contra los demonios es Brahma el que decide quién debe matarlos.
Sadhus y Fakires en Pashupatinath
Para llegar a Pashupatinath hay que conducir cinco kilómetros por la carretera del aeropuerto. Nada más llegar, lo primero que llama la atención es la gran cantidad de monos que pululan por los templos del santuario, bien nutrido también de sadhus de pacotilla y de fakires de habilidades innatas, siempre dispuestos a dejarse fotografiar por unas pocas rupias.
Los verdaderos shadus, que también los hay, viven de la caridad tras renunciar a cualquier bien material y peregrinan de templo en templo. La mayoría son sivaítas y se les reconoce por tres rayas horizontales de ceniza sobre la frente. A los seguidores de Vishnu, sin embargo, lucen una “V”. Su aspecto es desaliñado, con sus largos cabellos, barbas kilométricas y raídas túnicas azafranadas. Para más inri, suelen complementar su indumentaria con tridentes, escudillas de latón y un shilom (pipa para fumar marihuana). El más conocido es un tal Polalagri Naga Baba, un indio que malvive en una cabaña junto a las piras y que entretiene a los turistas levantando piedras a lo Iñaki Perurena pero sin manos, es decir, valiéndose únicamente de su pene-grúa.
Tienes que saber que si no eres hindú, no podrás acceder al templo de Pashupatinath, aunque no te preocupes porque la foto con los sadhus la vas a poder tener pues los encontrarás por la zona esperando a turistas deseosos de darles algo de dinero a cambio de su foto. Las fotos con sadhus no son con sadhus reales; un verdadero sadhu no haría eso.
Piras funerarias en el río Bagmati
En uno de los ghats -plataformas de piedra situadas sobre las escaleras que nacen en el Bagmati- arde una pira funeraria que eleva al cielo una columna de humo. Un hombre mueve los rescoldos valiéndose de una larga vara. Me da reparo sacar la cámara de fotos y apuntar, pero finalmente lo hago con disimulo y, sobre todo, con mucho respeto. Por otra parte, nadie nos ha advertido de que nos abstengamos de hacer fotografías. Lamentablemente, creo que es parte del espectáculo, un reclamo como otro cualquiera para atraer a turistas con la pintoresca liturgia de la muerte, siempre igual, siempre distinta.
Junto al ghat en el que arde el cuerpo de su padre, el joven se deja rapar el pelo al cero en señal de duelo rodeado de amigos y familiares. Luego pasará una semana en Pashupatinath, viviendo en una casa de una sola altura, y saldrá de aquí vestido de blanco, el color del luto para los hinduístas. Pero en estas aguas sagradas no sólo se arrojan las cenizas de los muertos. También sirven para celebrar la festividad del Teej, durante la cual las esposas desempolvan los saris con los que se casaron y se purifican en el Bagmati cumpliendo con un ritual con el que piden un futuro venturoso para sus maridos.
Este ritual es todo un choque cultural para la gente occidental. No deja de ser la incineración de un ser querido, lo cual para nosotros se debería producir en la más absoluta intimidad. Este acto, desde nuestro punto de vista generoso, por dejar presenciar a cualquier persona el ritual llevado en los Ghats, no es más que algo normal para ellos.
Entiendo que pese a ser muy diferentes los rituales entre culturas, son igual de dolorosos pues los llantos es el único sonido que se escucha en los alrededores. Aparte de poder conocer esta parte de la religión hindú, podrás visitar los santuarios sivaítas, los lingams, el parque de los ciervos y te recomiendo que llegues hasta el mirador para obtener una panorámica de todo el río Bagmati y el recinto.
En el río también se suelen ver santones realizando un rito de purificación a un cuerpo frente a la puerta del templo. Es ahí donde se hace este rito y posteriormente se lava el cuerpo con el agua del río, para después quemarlo. Mientras está haciendo el rito llegan otros cargando otro cuerpo, hay cola. Otros santones están en la orilla en la que estamos nosotros sentados entre los templos dedicados a las mujeres.
Para ser santón sólo hay que abandonar todo lo que se tiene (en el caso de estar casado, también la mujer y los hijos) y dedicarse a la meditación. Algunos cubren su cuerpo con cenizas y realizan ejercicios de yoga, como colocarse un tobillo por detrás del cuello, dejan crecer sus barbas y cabellos y listo. No hay que hacer nada más que meditar. A pesar de haber abandonado todas sus posesiones los que están aquí se ofrecen a los turistas para ser fotografiados a cambio de dinero. Es más, Paras nos dice que ganan mucho más que él a pesar de que todas sus necesidades están cubiertas por la comunidad. Este estilo de vida triunfaría entre los perro-flauta europeos. Según él muchos hippies llegaron en la década de los 70 y muchos siguen allí, incluso convertidos en santones. Las mujeres no pueden dedicarse a la meditación.
Reencarnación
La cremación hindú se lleva a cabo porque los humanos deben convertirse en los cinco elementos fundamentales cuando mueren para reencarnarse después. Sólo aquellos que son quemados pueden reencarnarse. Hay cuatro excepciones: los leprosos y tuberculosos, las mujeres embarazadas, los niños y los santones hindúes no son quemados.
Durante el ritual el cuerpo se convierte en fuego, en aire, el humo; en tierra, las cenizas se mezclan con barro; en agua, en el río sagrado; y en el cielo, por el aire.Algunos budistas también realizan este rito pero no todos. Algunos cortan el cuerpo del muerto en trozos y comienzan a tocar música para atraer a los buitres que se los comen.
Los santones no tienen que reencarnarse, tienen que seguir meditando y así es como son enterrados, en posición de meditación. El fuego debe ser iniciado por el hijo mayor del difunto. En caso de que no tuviera hijos puede ser una hija, aunque es más normal que sea un sobrino. Si no tuviera hijos no podrá reencarnarse de ninguna manera. La religión hindú obliga entre sus precepto a tener un hijo y una hija, para los casos en los que no sea posible por esterilidad se acepta la adopción.
En los alrededores hay gran cantidad de pequeños templos con los tejados blancos. Nos explican que son en recuerdo a las mujeres. Hasta hace unos 70 años en Nepal regía una norma hindú que obligaba a las mujeres a abandonarlo todo cuando se quedaban viudas. Por todo incluían también la vida, eran asesinadas para acompañar a sus esposos. Estos templos son un recuerdo a todas ellas.
Consejos viajeros
Localización: Pashupati Nath Road 44621 en Katmandú, muy cerca del aeropuerto.
Cómo llegar: Puedes llegar en taxi porque no esta muy lejos del centro de Katmandú o puedes llegar caminando y callejeando por la ciudad como lo hicimos nosotras.
Precio entrada: 1000 NPR x pers / 8 € x pers
Tiempo estimado para visitarlo: 2 horas
Espero que os haya interesado esta entrada, Si queréis seguir leyendo acerca de mi viaje en Katmandú, no os perdáis los posts que podéis encontrar aquí.
!Hasta pronto!