Buenas viajeros,
Seguimos en Irán. Hoy me centro en qué hacer y ver en Isfahan, la Perla de Irán, en 3 días. Esta es una de las ciudades más bellas del país y de cuya plaza Meydan-e Naghsh-e Jahan ya os he hablado en el blog (pincha en aquí para leer más).
Cómo llegar
Isfahan está a 450 km al sur de Teherán, 315 km de Yazd y 480 km de Shiraz.
Nosotros hicimos el trayecto comenzando en Shiraz-Yadz-Isfahan en autobus.
Como referencia, cuesta alrededor de 210.000 riales por persona (5€) viajar a ISfahan desde Shiraz. Se puede llegar también en tren y en avión.
Shiraz se ubica a prácticamente 500 kilómetros de Isfahán con lo que viajar durante la noche es una buena opción. Como ya he mencionado anteriormente, los autobuses en Irán son clase VIP, sus precios son muy económicos y se duerme perfectamente.
Qué ver
Sin duda, esta ciudad no deja a nadie indiferente y es mucho más interesante que la Capital, Teherán.
Aquí os dejo un esquema de los lugares que se pueden ver en 2/3 días, estando uno de ellos dedicado por completo a la Plaza Naghsh-e Jahan (sección en color rojo). Del resto voy a hacer una selección de los que yo vi, en concreto la Mezquita del viernes o Jameh (sección color amarillo) y el Palacio Chehel Sotún, Puente Khaju y Puente Si-o Se- Pol y visita a Jolfa, Barrio Armenio, y la Catedral de Vank (Sección azul).
Plaza Naghsh-e Jahan
La Plaza Meydan-e Naghsh-e Jahan fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 1979. Es la plaza más grande de Irán y una de las mayores del mundo (la segunda después de Tianamen, China). A partir de la dinastía safávida, fue rodeada por monumentos históricos de la época , convirtiéndose en un lugar tan maravilloso que se decía que en plaza era «La Mitad del mundo». SI pinchas en el siguiente link, podrás leer el post que ya he escrito de este magnífico lugar.
En esta plaza como casi en todas partes, se tiene que pagar, a las mezquitas también. De hecho, la entrada a la mezquita del Sha vale 100.000 r. , la de Lotfollah 100.000 r, Palacio Ali Qapu 150.000 r. (4€) (Sitas las tres en la Plaza Plaza Meydan-e Naghsh-e Jahan).
La mezquita del viernes 200.000 r. (5€) y la mezquita armenia 150.000 r. En Los puentes de Isfahan como el puente Khaju son un lugar de encuentro de los locales así que no te los pierdas.
Mezquita del viernes o Jameh
Isfahan es una ciudad muy monumental y es el lugar donde más dinero te gastarás en entradas pero pagar por entrar a ver estas maravillas arquitectónicas no te va a hacer ningún daño.
De entre los lugares sugeridos para ver (fijarse en secuencia en amarillo del mapa), yo destacaría la Mezquita del viernes o Jameh.
La Mezquita de los Viernes comenzó a erigirse en el año 841 y dicen que es el más antigua de Irán. Como ocurre en otros muchos recintos antiguos, hombres y mujeres acceden al lugar por las mismas puertas, aunque luego el rezo se haga por separado. Algo debió cambiar a peor con el paso de los años, pues los edificios sagrados comenzaron a diseñarse con accesos separados. La cúpula y los minaretes son imponentes, recubiertos por completo con cerámica azul.
La mezquita del Viernes de Isfahan o Masjed-e Jameh recopila en un mismo espacio distintos estilos arquitectónicos que van desde el siglo X-XI cuando se inició la construcción, hasta el siglo XVIII cuando se completaron las partes posteriormente añadidas.
Nada más entrar a mano derecha, accedemos a la parte más antigua, una pequeña sala de mediados del siglo X (época dailamita) en la que algunas columnas de ladrillo intentan resistirse al paso del tiempo, a pesar de que algunas columnas muestran una clara inclinación.
Luego accedemos a una zona de la mezquita que data siglo XI (época seleúcida). Columnas con el sello del artista esculpido en sus ladrillos conforman una gran sala de columnas coronadas por cúpulas del mismo material. Diez siglos después y tras varios terremotos, aun permanecen en pie, sobrias, sin adornos cerámicos que aporten color pero con una belleza indiscutible.
Llegamos a la cúpula Nezan ol-Molk, que construida toda ella en ladrillo y de 14 metros de diámetro sorprende por su sobriedad. Disfrutamos de la cúpula en silencio y mirando a su Mirab, retrocediendo unos cuantos siglos.
Tras recorrer esta parte antigua salimos al patio principal de la mezquita alrededor del cual encontramos 4 iwan de diferente aspecto y diferente época en una mezcla de estilos artísticos que encajan y armonizan en un precioso conjunto. Los hay con mosaicos de azulejos, mientras que otro es de piedra labrada.
La entrada a la mezquita del viernes cuetsa alrededor de 200.000 r.
A continuación podéis ver algunas fotos del lugar:
La sala de audiencias o sala de banquetes está profusamente decorada con estuco en relieve y con un techo pintado con motivos ornamentales. Los colores dominantes son el azul marino, el azul cobalto, el rojo escarlata, el verde esmeralda y el oro. Según los defensores de la construcción en diferentes etapas sería posible que este techo datase de la época de Sah Abbas I, al contrario que las pinturas de los muros que datarían de un lado, del reinado de Sah Abbas II y del otro, del periodo kayar.
Comer o cenar en Jolfa, el barrio armenio de moda
El barrio de Jolfa es el barrio de moda de la ciudad (donde viven aun unos 5000 cristianos): aquí hay estilosas boutiques de ropa y cafés llenos de jóvenes ultra modernos se suceden en las calles alrededor de la catedral de Vank. Es desde luego el “otro Irán”, el de los i-phones, las marcas internacionales y el deseo de conquistar más libertad.
Nos recomendaron cenar en el restaurante “Hermes”, de comida italiana. La sofisticada decoración y los guapísimos y modernísimos camareros nos hacen por un momento dudar de dónde nos encontramos realmente. Las chicas llevan el obligatorio pañuelo en la cabeza (en realidad, lo llevan sólo hasta la mitad de la cabeza, ¿mini-velo?), pero el resto del atuendo lo componen tacones de vértigo, pantalones ajustados y elaborados maquillajes. La comida que tiene poco de iraní, está buena y las raciones son enormes (comimos pasta) pero más interesante aún es contemplar el espectáculo alrededor. Restaurante “Hermes” (Jolfa Alley. Nazar St. Isfahan, +98 311 629 3350)
La Plaza Jolfa, lugar donde los antiguos armenios establecieron sus comercios, es ahora lugar de ocio y de cafeterías. En el Bank Café probé el mejor de todos: denso, amargo, espeso como el chocolate. Se puede tomar en el interior o en la propia plaza, rodeado de jóvenes que pasan la tarde. Todos son encantadores y los más atrevidos se acercan a preguntar por tu lugar de procedencia y las razones que te han llevado allí. En un país tan cerrado, la llegada de extranjeros no sólo les gusta, sino que les ilusiona. Y por eso el trato al visitante es tan destacado. La hospitalidad y amabilidad de los iraníes merece un largo comentario aparte. Nunca en todos mis viajes por el extranjero he visto nada así.
Para llegar hasta el barrio de Jolfa, se aconseja cruzar por los monumentales puentes de Khaju o Si-o-se Pol (puente de los treinta y tres arcos), dos auténticas obras de arte y de las que os hablo más abajo.
El epicentro del vecindario armenio es la catedral de Vank, de exterior adusto pero con una interesante decoración interior de frescos que representan escenas bíblicas con una crudeza inusual. Pero lo que ha convertido a Jolfa en el barrio de moda es una oferta de ocio perfecta para redondear cualquier jornada en la perla de la antigua Persia.
Catedral de Vank
En el 1606, en tiempos de la dinastía Sah Abbas I, hubo más de 150.000 armenios fueron trasladado desde la antigua Julfa en Arzebaiyán hasta Isfahan. Se establecieron en barrio Jolfa, al que llamaron como su ciudad de origen, Jolfa. Algunos llegaron huyendo de la persecución del imperio Otomano.
Construyeron una catedral, que hoy en día es la más importante para los cristianos armenios. También denominada la vieja Catedral de Vank, erigida por los primeros armenios llegados a la ciudad en el siglo XVI para comerciar. Entrada a la iglesia por 150.000 r.
La iglesia es una mezcla de mezquita safávida con iglesia cristiana, con cúpula de ladrillo y torre de reloj. En frente la estatua de un monje nos recuerda el ambiente cristiano del barrio.
Alrededor de la iglesia se conservan algunas de las antiguas viviendas, construídas de espaldas a la calle, con una única puerta y con todas sus ventanas y balcones orientadas hacia el patio interior. Así se preservaba la intimidad y, sobre todo, se ganaba en seguridad. Las comunidades armenias de todo el mundo utilizaron siempre este sistema, allí donde se encontraran.
Fue en el barrio armenio donde se instaló la primera imprenta de Oriente Medio, a principios del siglo XVII. Isfahán fue la ciudad más cosmopolita de Asia, tuvo la mejor universidad y su escuela de Medicina gozó de fama mundial desde mucho antes de la llegada de la imprenta, a la sombra del gran Avicena. La cultura persa se complementó con la llegada de armenios y judíos y parte de aquel espíritu se respira todavía por sus calles y plazas. Ya no quedan ni cristianos ni judíos, pero su estancia de siglos en la ciudad no pasó en vano.
Puente Khaju & Si o Se Pol
Los puentes sobre el río constituyen otro de los atractivos de la ciudad. Todos tienen una doble hilera de arcos: una para el paso de las aguas y otra para el de las personas. Por los parques de uno y otro lado pasean las parejas, con la llegada de la tarde.
Decidimos acercarnos hasta el Puente Khaju, siendo un puente urbano de arcos múltiples construido en dos niveles. Es uno de los puentes más famosos —junto con el Si-o-se Pol—de la ciudad de Isfahan, que tiene más de treinta, y uno de sus puntos de referencia.
El puente fue construido por el rey persa de la dinastía safávida shah Abbas II alrededor de 1650, sobre los cimientos de un puente viejo de la época timúrida.
Se concibió tanto como puente como de represa (o aliviadero), y atraviesa el río Zayandeh uniendo el barrio de Khaju, del que toma el nombre, en la orilla norte, con el barrio Zoroástrico.
Aunque funcionalmente sirve como puente y aliviadero, también cumple una función primordial como edificio y lugar de reuniones públicas. Originalmente estaba decorado con artísticos azulejos y pinturas, y sirvió como casa de té. En el centro del puente hay un pabellón en el que el shh Abbas podía, una vez sentado, admirar la vista. En la actualidad, todo lo que queda de la silla del rey son los restos de un asiento de piedra.
Desde el Puente Khaju iniciamos un paseo hasta el siguiente puente Si-o-se Pol que en persa significa puente de los treinta y tres arcos. Es uno de los once puentes de Isfahán, en Irán. Este es uno de los puentes más conocidos de la dinastía de los safávidas. El Pol Si-o-se es un puente en arco de dos niveles.
Cuando empieza a atardecer el puente Si-o-se Pol se ilumina por completo y es muy habitual encontrar a jóvenes locales tocando algunos instrumentos, lo que hace que sea un momento realmente mágico y muy recomendable para finalizar el día en Isfahán.
En total 11 puentes unen las dos orillas del rio Zalandeh (seco, sequísimo) que parte en dos la ciudad de Isfahán. Los más impresionantes son el Pol-e-si-o-seh y el Pol-e-Chubi de exquisita arquitectura. Pero aquí, se viene sobre todo a observar a las familias paseando al atardecer, los jóvenes charlando en grupos intentando escapar de la reprobatoria mirada de los mayores. Este el lugar, nos dicen, para “echar el ojo” a alguna chica, o escaparse de la estrictas reglas que rigen la vida social iraní.
En el puente Si o Se Pol o de los 33 arcos, vimos a varios iraníes de edad más avanzada reunirse en un círculoa cantar canciones. En Irán está prohibido divertirse en público, además de cantar y bailar. Verlos cantar en público es algo que llama la atención y emociona.
Dónde alojarse
No me alojé en el Hotel Abbasi pero si volviera a Isfahan lo haría. Es un hotel espectacular, muy céntrico con unos salones maravillosos. Es un hotel ubicado en un antiguo caravanserai, con lujo oriental en las áreas comunes, y unos fantásticos jardines. El complejo fue construido en la época del rey Sultan Husayn de Safavid, hace unos 300 años.
Aquí podéis ver las reviews del hotel Abbasi en Trip Advisor. Es un hotel de cinco estrellas con lo que prefiero no mirar los precios, aunque muy posiblemente no sea tan caro como se espera. Lo que sí hice fue comer en el hotel y entre todo, lo más espectacular son sus salones y techos profusamente decorados con espejos. Merece la pena al menos entrar y verlo.
Espero que hayáis disfrutado leyendo acerca de esta ciudad tan maravillosa.